Joana Raspall

Estimo les lletres
que formen els mots,
els llavis que els diuen,
i el cor que els entén…
perquè als mots hi ha
l’anima

de tota la gent

Detente un punto, pensamiento inquieto

Detente un punto, pensamiento inquieto;
la victoria te espera,
el amor y la gloria te sonríen
[...]
Rosalía de Castro

jueves, 21 de enero de 2010

Gatitos

Mi gata que no era mía, estuvo catorce años conmigo. Era una siamesa en toda regla. En regimen de acogida. Ella me dijo: - te la quedas unos días? Claro, no puedo negarte nada, pero eso tú ya lo sabías. También sabías que prefiero que estén lejos. Y de sobras sabías, que iba a estar esa dulzura como en su propia selva.
Te miré chiquita un rato el primer día, y sin poderes para leer el pensamiento, creo que te quedó bastante claro, que procuraras estar lejos de mi vista. No sería yo quien te pusiera reglas. A ver quien es el guapo, que domestica a un gato. Y ésta, era una cabrona en potencia, que por si tenía alguna duda, me aclaró completamente su especie. Por más que dejaba la puerta abierta, a los tres o cuatro días como mucho volvía. Manda guevos, que tuviera hasta que curarle las heridas. Y vaya tela, lo quieta que estaba para ponerle los vendajes, y quitarle la infección de los ojos. Si era lista que se dejaba cortar las uñas, tan mansa como el mar en calma chicha. Y luego la cabrona se me cruzaba en la escalera, con tiento, eso sí, pero hija de puta, si me descuido se carga a la mano que le da de comer. A dios gracias, que te quedó claro, a quien tenías que ponerle los algodones de plumas. A dios gracias, que entendiste, lo limpia que quería la casa.
Al final, confieso, no sabes cúanto he llegado a echarte de menos. Y hasta me creo el cuento ese de mi tía, de que los animales, van al campo a morirse. Por que no me cabe duda, de que contigo gatos callejeros no podían. Y demás especies, no te llegaban siquiera a la huella que no dejabas allí por donde ibas.
Fíjate, de las contadas fotos que yo he hecho, sales en la mayoría.
Va por tí reina, allí donde estés. No ha habido animal más infiel que tú. Pero nadie como tú, supo ganarse el respeto, jugando tan sucio de manera tan limpia.

miércoles, 20 de enero de 2010

La chamba de Bilbo o Sevilla

Se me antoja como las oscuras golondrinas del tal Bécquer, esas que cantó que volverían con voz rota. Y va y aparece la chamba de Sevilla. Ya una vez, la única que pisé esa tierra, años mil hace, nos cayó allí la chamba sin buscarla. Pero entonces, ni siquiera me hacía falta. Y Sevilla es como prima de mi bella Extremadura, pero no son míos todos los caramelos de la bolsa. Sevilla va sin preocupación, diciendo "el tema me preocupa, pero no hay prisa". Y se encuentra conmigo contestando: es a mi a quien el tiempo le sobra. Yo soy quien cierro tabernas. Pero se te pasa el detalle, de que si tengo que estar a las siete, estoy allí antes de que amanezca. No te me duermas prima, que como a mí me llueve siempre, no me espero a chambas y yo directamente las robo, y para el tiempo no me hacen falta relojes, con las estaciones me sobra.
y casualidad, o azares en los que no creo, que Bilbo es también prima. Bilbo llena de humo. Pero levantada antes del alba.
Vale más no reñir con las primas. Total al invierno le quedan como quien dice dos días. Y soy de pocos riesgos. Sobre todo, si me pilla jugándome las fichas que tengo en consigna. Y...con el pié derecho atado al izquierdo.
No estoy para movimientos primas. Tengo el vértigo
en la sombra, esperándome a la vuelta de la esquina, y el equilibrio inseguro.
la verdad, yo nunca he tenido chamba. No creo que ahora de repente, quiera venirse a mi lado. Es de las que siempre se van con otros. Y yo no soy otro. Soy otra.