Joana Raspall

Estimo les lletres
que formen els mots,
els llavis que els diuen,
i el cor que els entén…
perquè als mots hi ha
l’anima

de tota la gent

Detente un punto, pensamiento inquieto

Detente un punto, pensamiento inquieto;
la victoria te espera,
el amor y la gloria te sonríen
[...]
Rosalía de Castro

lunes, 29 de junio de 2009

y cómo llovía!

La noche en que murió llovía a cántaros. Pero no era la lluvia fina del norte. Era un llover con ganas. Estuvo todo el día lloviendo a ratitos cortos, como siempre vamos. Cuando aparcamos, al lado de la concha, casi milagro, empezó llover en serio.
No te creerás que tuve un pensar algo viene.
Casi a las doce de la noche, camino del hospital en el coche, no se veía apenas del agua que estaba cayendo. Impresionante ese llover.
En la misma puerta cuando llegamos, en la entrada de urgencias, le dije a ella, "ya casi creo que no hace falta correr". Yo creo lo mismo, me contestó ella.
Cuando te ví, ya no me hacía falta hablar con ningún médico.
Tuviste suerte, esa noche llovió, como si se acabara el mundo.

lunes, 8 de junio de 2009

no sé leer, no sé escribir, pero conozco todas tus palabras

Me encantó ver esa carita tuya. Pero me trajiste un recuerdo. El único que no quería. Yo, que de llorar soy poco. Y tú, quien menos sabe de esa historia. No sé si llegaste a darte cuenta. Y al final me despedí, sin hablarte. No llegué a contarte nada. Nada, de lo que quería hablarte.
Será, como siempre, el mendigo, la única persona a la que le voy hablando. A ratos, a palabras sin contar. Con respuestas muy cortitas. Pero no te creerías, que su memoria de pez, tiene bronquios, que llenos de humo, me suelta frases que dije hace años, y repite, palabra por palabra lo que dije.
¿ Ves como sé la diferencia entre oir y escuchar?, me dice algunas veces. Claro, no tengo dudas de eso. Si no, no me tomaría la molestia de buscarte. Ya sabes que soy limitada en sociabilizarme.
Y hay personas que necesito. Y mi mendigo es uno de esos iris, que necesito. Sobre todo cuando tengo en la garganta alguna espina. Y me basta con decirle: ¿cómo va tu monopoly, te has comprado alguna calle?. Y me dice: ninguna. Son todas mías. Lo único que no tengo es el campo.
Menos mal que me mandaste ese mensaje, me dijiste la última vez. ¿Cómo sabías que era yo quien lo mandaba?. Y dijiste: no sé leer, no sé escribir, pero conozco todas tus palabras. Sé que de cada diez, nueve son mentira. Sé que serás, la única que dirá la verdad, cuando todos me mienten. Pero irá escondida, entre un historia cualquiera que te inventes, como si fuera un crucigrama de esos que no hago.
Palabra sin letras que rima con tus ojos:
......