Joana Raspall

Estimo les lletres
que formen els mots,
els llavis que els diuen,
i el cor que els entén…
perquè als mots hi ha
l’anima

de tota la gent

Detente un punto, pensamiento inquieto

Detente un punto, pensamiento inquieto;
la victoria te espera,
el amor y la gloria te sonríen
[...]
Rosalía de Castro

miércoles, 10 de noviembre de 2010

el segundo centro médico

Ya sin ningún niño, ni mochilas, ni chaquetas, ni cosas escolares, voy corriendo al segundo centro, que cierran a las ocho.
Tocando el timbre está también un Sr. mayor, que me dice que le toca renovarse el carnet. Ascensor?, nó, nó, le digo. No se vaya a parar y cierren.
Nos abre la puerta "una persona anciana".
- me suena tu cara. Tienes pluriempleo?. De repente la "persona anciana" toda sonrisas, me contesta que sí. Nos pide al Sr. mayor y a mí, los carnets, las fotos (que corriendo había ido a hacerme), y nos dice que ya nos llamaran.
El Sr. mayor, se ríe. Le cuento que también trabaja en el otro centro. Pues ya está más que jubilada, y con el paro que hay. A mí ya me ha dado la risa tonta hace rato, y la verdad, es que me hacía gracia ya todo.
La sala, cuadrada, con bastante gente. De frente un pasillo largo que no se sabe a donde va.
Gritan un nombre. El Sr. mayor me dice: ¿qué nombre ha dicho?. - No sé, con lo que cuesta podían venir aquí, digo yo riéndome. El Sr. mayor, me dice también riéndose que lo harán para comprobar la sordera. Y que con tal de que se lo den, lo paga.
- Tranquilo, le digo, si no se mueven ni de la silla para venir a decir el nombre, seguro que tampoco se mueven mucho para "hacerle un reconocimiento médico".
Cuando me llaman a mí, o eso nos pareció, pasillo adelante, vuelvo a cagarme en todo por no haber ido al eixample. Total me iba a costar lo mismo. Y con la tontería de por no ir allí, por que me agobia bastante, estaba realmente haciendo el tonto. Pero yo todavía no sabía hasta que punto.
El médico, con acento catalá:
- ponte los cascos, deja las cosas, aprieta cuando escuches el silbido.
- Dónde dejo las cosas?
- donde quieras
No había ni una silla.
Cuando me pongo los casi rotos cascos, llevaban sonando no sé cuánto rato. Aprieto dos veces.
- Mira las letras, y me las dices
Me pregunta exactamente tres letras.
Por primera vez me mira cuando le contesto, por los medicamentos que tomo. Empieza a soltarme un relato interesantísimo sobre la manera tan fácil como ganan los juicios, por que la gente normalmente a la pregunta de ¿toma algún medicamento? suele contestar que nó.
Mira el reloj, se le debe hacer tarde. Me pasa a la prueba del circuito.
- El círculo no puede salir del cuadrado, o pitará la máquina.
Apenas me siento (no voy a decir cuánto sonó la máquina por que eso paso de decirlo, y me dice vale, en el mostrador te darán el certificado.
En el mostrador, al lado de la "persona anciana" que de repente estaba empezando a parecerme Sra. mayor, hay una compañera que me da una maquinita y me dice firma aquí. Intento firmar y no aparece nada. A la tercera vez me la quedo mirando...y me dice: la firma sale en el ordenador, no aparece en la máquina. De un salto subo al mostrador (no es tán difícil), y efectivamente compruebo, que aunque hecha como si fuera borracha esa es mi firma.
- podías decirlo antes no?, le digo a la compañera de la Sra. mayor. El título de borde, ya empieza a estar reñido.

65 euros.

Le pago.
Me voy de allí pitando, pensando Dios mío dónde me he metido.
En la escalera miro el certificado médico.
Me sorprende que el médico tenga nombre y dos apellidos marroquíes. Pues no me cuadra mucho, pienso.

Tercera parte: el gestor

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